Con el famoso Brexit en sólo cuatro días más veremos nuestros fondos de pensiones con una tajada menos por lo que lo voy a decir en chileno: Las AFP nos tienen para el hueveo y es muy poco lo que se puede hacer con eso. Simple.
Explicar cada uno de los factores por los cuales no podemos hacer nada será una lata pero basta con decir que quienes manejan las AFP tienen puesta mucha plata de los chilenos en empresas extranjeras (Renta Variable Internacional) por lo que quitárselas implica castigos enormes. Más aún si el 60% de la Renta Variable Internacional está en Estados Unidos. Y ustedes saben cómo tiritan nuestras autoridades cuando el Tío Sam se enoja.
No conozco personalmente a Gino Lorenzini pero debo reconocer que por el año 2012 lo vi como un mesías. Como alguien que realmente nos podía traer la esperanza de que la jubilación realmente fuera un júbilo porque, junto a Rafael Garay, fueron los únicos capaces de moverles el piso tanto a las autoridades como a las mismas administradoras de fondos de pensiones. Pero eso me duró hasta que entendí que el único feliz y forrado con todo eso fue él. De ahí que tengo sentimientos encontrados porque su modelo de negocios fue magnífico y, a la vez, tacaño.
¿Por qué tacaño? Bueno, de acá se desprende por qué no hay que desgastarse con las AFP y centrarse en encontrar modelos de negocios como los de Lorenzini:
Todos podemos encontrar un dolor y tratar de aliviarlo. Cierto, el 2008 se nos fueron los fondos al suelo y qué doloroso fue para todos aquellos que estaban en el último tercio de su carrera para jubilar cuando vieron que prácticamente la mitad de sus ahorros se esfumaron. Para alcanzar “su número” con esa nueva realidad tenían que hacerse la idea de trabajar el doble de lo que llevaban hasta ahí. Con ese dolor mediante, si llega alguien y te dice “sólo por mil pesos mensuales yo te avisaré cuando cambiarte de fondo para que no pierdas tu plata y le primer mes te lo doy gratis” es un trato justo, razonable y conveniente por donde se le mire. Ese trato justo se tradujo en 80 mil clientes a $12.000 (se paga un año de inmediato) lo que equivale a, afírmese, 960 millones de pesos. Es decir, “el número” de unas 10 personas como para jubilar decentemente. Un astro ¿o no?
No me quiero meter en si las predicciones de Felices y Forrados eran buenas o malas. Después me quedó claro que no se puede hacer “trading” con 4 días de desfase pero no es tema ahora. El asunto es que un dolor resuelto paga y muy bien. Casos como el de Uber, Paypal, Dropbox, Spotity, Alibaba e incluso Facebook son claros ejemplos que hay cosas que el ser humano quiere satisfacer y está dispuesto a pagar muy pero muy bien por ellas.
Yo aún no le he empatado a nadie pero aprendí a Importar desde China y ahora lo enseño; aprendí a redactar avisos para emprendedores y ahora lo enseño; aprendí a hacer que la gente compre en un sitio web y ahora lo enseño porque quiero que otras personas también surjan y nadie debería hacerse rico sin ayudar a los demás en algo. Entonces, ¿por qué en vez de insistir en los cambios de fondos y continuar con una lucha infértil contra el Estado y “Lucrum” mejor tomamos a Lorenzini y vamos a los colegios a enseñar que encontrar soluciones a los problemas es mucho más rentable que trabajar una vida completa para irse con una miseria de plata a la plaza con las palomas? ¿Ah?.
A eso me refería con lo de “tacaño” y no pasa de ser una opinión más que una crítica. Puede ser que aún no llega a su meta y a la vaca hay que sacarle leche hasta que no salga más. Es verdad.
Pero, estimado lector, si llegó hasta esta última línea, sólo quiero que se quede con una idea en la cabeza: nos tienen distraídos. Los medios nos tienen pensando en cosas que no podemos resolver. Estoy seguro que Gino Lorenzini vio la posibilidad cuando estábamos todos mirando para el otro lado e hizo lo que hizo. ¿Por qué usted no podría hacer lo mismo?
Cuando uno dice “¿por qué no se me ocurrió a mi?” ya es demasiado tarde. Mejor ponerse a pensar ahora y crear esa conciencia en nuestros niños. Estoy seguro que será más útil que vivir reclamando.